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El debate público

José Carreño Carlón

Raúl Trejo Delarbre

La Crónica

22/05/2023

Hombre de letras, conversador amable y agudo, con un talante para el diálogo fincado en la pluralidad y la inteligencia, José Carreño Carlón ha sido protagonista, interlocutor y observador crítico de la prensa y los cambios políticos en México durante más de seis décadas. Tenía motivos para el pesimismo en el hoy lejanísimo 1971, cuando lo entrevistó el escritor Federico Campbell. Debido a su simpatía con el movimiento estudiantil del 68 Carreño había sido despedido de El Día, en donde fue jefe de la sección internacional. Aquella represalia ratificó su rechazo a los peores rasgos de la prensa cuando es cómplice del autoritarismo: “Si no existieran los periodistas, tendrían menos efecto las actividades del mundo feliz. En cambio, la prensa es una gran alcahueta, una correveidile de los inspectores, de los protagonistas que lo usufructan”.

Carreño tenía 29 años, acababa de ocurrir la represión del 10 de junio y había tal cerrazón en los medios que Campbell no encontraba en dónde publicar aquella entrevista. Apareció en febrero de 1972 en Punto Crítico, la revista recién creada por los dirigentes del movimiento estudiantil que habían estado encarcelados. Carreño conoció a varios de ellos en la UNAM, en donde a comienzos de los 60 él mismo fue dirigente estudiantil. Nacido en Los Mochis en octubre de 1942, Carreño trabajó en El Día desde los 23 años: “esto me hizo vivir la tensión entre el ser de la realidad y el deber ser del derecho aprendido en las aulas, y actualizar con conocimiento de causa las visiones críticas aprendidas en los textos” recordó mucho más tarde (El Universal, 27 de abril de 2018).

En los años 70 trabajó en la Presidencia de la República (jefe de Documentación y luego de Informe Presidencial) y en el Instituto Nacional Indigenista, INI. Acerca los tránsitos y vaivenes de esa década publicó el ensayo “Adiós, decenio cruel”, en Nexos de febrero y marzo de 1980. En esa revista escribió la cardinal columna “Primera plana”, que comentaba críticamente a los medios de comunicación a partir de sus propios dichos.

Carreño colaboró desde 1978 en unomásuno. En 1982, postulado por el PRI, ganó la diputación federal por el distrito 22 de la Ciudad de México. En un texto reciente cuenta que invitó a su campaña a Juan Rulfo, con quien tenía cercana amistad desde que coincidieron en el INI, para que firmara ejemplares de sus libros. Cuando el locutor que animaba el mitin dijo que allí estaba el gran escritor “Juan Vargas Llosa”, el autor de Pedro Páramo se acercó al micrófono y aclaró: “Yo a ese ni lo conozco. Yo soy Juan Rulfo y vine a pedirles que voten por José Carreño porque es mi amigo y es un hombre honorable” (Nexos, mayo de 2017).

Rulfo tenía razón. La honorabilidad de José Carreño ha sido una joya en una vida pública colmada de dobleces y trapacerías. Cuando fue diputado federal, fue muy apreciada su disposición al diálogo. En aquella LII Legislatura eran conocidas las afinidades amistosas y políticas que, sin demérito de las discrepancias, había entre un bloque de diputados priistas y otros del recién formado PSUM.Lee también

Cuando ocurrió la ruptura en unomásuno Carreño formó parte del grupo que creó La Jornada, en 1984. En 1985 el periodista Benjamín Wong lo invitó a ser codirector del semanario Punto, en donde escribió la documentada columna Ayuda de memoria. Durante medio año, Wong y Carreño fueron subdirector general y subdirector en El Universal. La autonomía que ese diario ejerció respecto de las indicaciones del gobierno, especialmente en los días de los terremotos, condujeron al despido de ambos.

Entre 1986 y 88, José Carreño fue subdirector en La Jornada. En 1987 ganó el Premio Nacional de Periodismo. A fines de 1988 el presidente Carlos Salinas lo nombró director de El Nacional, el periódico del gobierno. Carreño invitó a colaboradores de puntos de vista diversos, en un esfuerzo para hacer de ese diario un espacio de deliberación intelectual y política.

En 1992 fue designado Director General de Comunicación en la Presidencia. Para entonces, las relaciones entre la prensa y el poder político habían dejado de estar determinadas solamente por el entramado de colusiones que el propio Carreño ha descrito en algunos de sus textos. Los acontecimientos del terrible 1994, fueron cubiertos por los medios con una libertad que el periodismo profesional ha defendido constantemente.

Carreño fue embajador en los Países Bajos entre 1995 y 97. A su regreso, la Universidad Iberoamericana tuvo el privilegio de que fuera director de su carrera de Comunicación y luego de la División de Estudios Profesionales. Ahora es profesor en la Facultad de Derecho de la UNAM.

Colaborador durante un tiempo en La Crónica y actualmente en El Universal, autor de libros sobre comunicación política, entre 2013 y 2018 Carreño dirigió con talento el Fondo de Cultura Económica. En esa etapa el FCE promovió y trajo al español títulos muy destacados.

Hace medio siglo, muy jovencito, cuando yo colaboraba en la redacción de Punto Crítico, escuchaba a dirigentes sociales y de izquierdas referirse a José Carreño con afecto y deferencia. Lo leí primero y luego, lo conocí en las convergencias políticas y amistosas en San Lázaro y en sucesivas andanzas periodísticas (de otras correrías, disipadas e inolvidables, les cuento en otra ocasión). Trabajé con él en El Nacional. Hemos tenido discrepancias públicas, alguna vez aquí en Crónica: si él o yo teníamos la razón no importa, pero es un lujo discutir con un interlocutor inteligente y respetuoso como él.

La semana pasada, amigos y discípulos de Pepe Carreño le hicieron un homenaje en la Universidad Panamericana. Otros colegas, entre ellos Rafael Cardona en este diario, han escrito sobre él. En el desastrado escenario mexicano de estos días, colmado de polarización y dicterios propagados desde el poder, una conversación pública como la que ha practicado Carreño resulta más necesaria que nunca. Ideas, respeto y decencia: qué tristeza que sea necesario reivindicar esos valores; qué alegría celebrarlos en José Carreño Carlón.