Ricardo Becerra
La Crónica
01/02/2015
¿Han tenido la paciencia de leer el decreto de los salarios mínimos 2015, firmado por el H. Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos? Mientras se dan espacio para hacerlo (abajo encontrarán el link) les adelanto lo que encontrarán: no el estudio de las condiciones de vida de los trabajadores asalariados menos calificados, de su productividad y de sus condiciones laborales reales, por el contrario, el decreto de los salarios mínimos vuelve a ser un documento preocupado y guiado… por la inflación.
No nos detengamos en minucias, como el hecho de que 26 de sus 74 párrafos (el 35 por ciento del texto) son simples copy paste de informes y boletines de Banxico, la OIT, el FMI y algunas notas del INEGI. No nos fijemos en el hecho de que la Conasami pidió 29 millones de pesos nada más para “hacer estudios económicos” este año. Tampoco son relevantes las continuas alabanzas al gobierno federal y las loas de mal gusto dirigidas a los mismos que lo firman. Y poco importa su cuidadoso silencio en torno a la discusión nacional que vivió México en 2014, precisamente, en torno a los salarios mínimos (aquí si, ni una línea).
El hecho que importa señalar es su manufactura descuidada, deshilachada: un zurcido de formulismos y datos sin orden ni concierto del que es imposible extraer lo esencial: por qué concedieron sólo tres pesos de aumento este año. Sencillamente, no lo pueden explicar.
Se nos informa, eso sí, que la Conasami y su H. Consejo (así se autodenomina) tienen un mandato constitucional. Que formaron una Comisión para hacer estudios y consultas. Que esa Comisión elaborará una propuesta de recuperación salarial (seria y responsable, claro). Que están a la espera de la desindexación del salario mínimo. Que, mientras tanto, están pensando unificar las dos zonas geográficas en que dibujan al país. Que la economía mundial está plagada de incertidumbres. Que tenemos la suerte de vivir en la época dorada de la “paz laboral”. Que exhortan a no tomar a los salarios mínimos ni como piso ni como techo durante las negociaciones contractuales por venir. Y que por tanto… decretan un nuevo salario mínimo de 70 pesos con 10 centavos para la zona uno y de 66 pesos con 45 para la dos.
Estamos pues ante un aumento del 4.17 por ciento ¿saben de dónde proviene esa cifra? Es exactamente la inflación acumulada de noviembre de 2013 a noviembre de 2014. El decreto nunca lo menciona, jamás lo hace explícito, pero éste fue el criterio realmente utilizado para la fijación del salario en 2015. La inflación que pasó.
Para disimularlo, el Decreto llena página tras página de datos y redacciones, a veces sin ningún sentido. Lean esta: “…las investigaciones indican que si bien el aumento del salario mínimo y el nivel de empleo no se contrarrestan, o bien que dicho aumento tiene un efecto muy limitado sobre el empleo lo cual puede ser positivo o negativo”. O esta otra: “En los once meses transcurridos de 2014, el salario mínimo general promedio registró un aumento en su poder adquisitivo de 0.3%; sin embargo, en su evolución interanual, este salario mostró una disminución real de 0.3%”.
Por supuesto que el texto tendría que analizar las condiciones generales de la economía mexicana; pero su obligación legal absoluta, es concentrarse en el costo de la vida de las familias, las características, evolución de las condiciones del mercado laboral y de la estructura salarial. En todo el documento, de 22 cuartillas, apenas y tres párrafos invocan o aluden algunas de esas cifras pero de paso, sin ninguna consecuencia. Por eso este decreto no es serio ni responsable, como gustan repetir nuestras altas autoridades laborales.
El aumento de tres pesos –decretado de esa manera y con esa calidad técnica- sin embargo cumple su cometido: mantener a los salarios atados y bien atados, ridículamente bajos, por decreto, en línea con el propósito constitucional… del Banco de México.
Juzguen ustedes mismos.
http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5377576&fecha=29/12/2014