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El debate público

La diversidad del mundo

José Woldenberg

Nexos

10/10/2015

El día 15 de octubre inicia el Festival de Cine DOCS DF. Se trata del evento de cine documental más importante del país y se exhiben piezas de todo el mundo. Me pidieron una breve nota sobre mi experiencia como jurado en el mismo. Entregué lo siguiente.

LA DIVERSIDAD DEL MUNDO José Woldenberg
Hace varios años fui jurado en el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México. Si mal no recuerdo era apenas la segunda vez que se realizaba. Se trataba de los inicios de lo que hoy es una vigorosa realidad. Ha sido una de las tareas más placenteras e interesantes que me ha tocado realizar. Placentera porque ver cine con sentido, cargado de tensión y emoción, recreando realidades diversas, con fórmulas tan disímiles, resulta un banquete digno de Las Mil y Una Noches. E interesante, porque a diferencia del cine de ficción, que si está mal realizado, dan ganas de salir corriendo, en el documental casi siempre es posible encontrar algún pasaje, personaje, situación, que atrapa la atención. He escrito “casi”…
Fue un auténtico banquete. Y la analogía no es gratuita. Aunque más bien fue una comilona. Cuando uno pide la carta en un restaurante es común encontrar diez o veinte platillos que se antojan. Pero por supuesto uno solo escoge dos o quizá tres, y se da por satisfecho. Puede regresar y pedir otros tres y así sucesivamente hasta probar todo lo que uno quiera. Pero se necesita tiempo, dinero y constancia. Pues bien, siendo jurado del DOCS DF, uno deglute todo el menú porque el tiempo apremia. Un festín difícil de digerir pero altamente nutritivo y gozoso. Porque si bien uno tiene un límite claro en la ingesta alimenticia, en materia de cine –si se programa bien- no existe el fondo.
Vi documentales de Noruega, India, Turquía, Letonia, Bolivia, Francia, Alemania, Estados Unidos, Cuba, Gran Bretaña, Polonia, Brasil, Bielorrusia, Escocia, Pakistán, España, México. Sus temas, tratamientos, enfoques, aproximaciones eran más que diversos: las vicisitudes de los granjeros noruegos, la tradición del charango boliviano, la vida rutinaria de un viejo letón que luego de la Segunda Guerra Mundial fue enviado al Gulag, el aprendizaje de los bailes derviches en Turquía, las condiciones de estudio en el desierto de la India, el funcionamiento de un call center en Calcuta, la lucha libre de las “cholitas” bolivianas, los aficionados al equipo de fútbol León (cuando estaba en segunda división), la destrucción de Hiroshima a la luz de uno de sus edificios emblemáticos, la inercial existencia de un homeless japonés, las migraciones hacia la Habana y sus cinturones de miseria, las personas que hablan por celular en los espacios públicos y develan parte de su vida íntima y muchos otros. Ese puñado de documentales da cuenta de la variedad de temas y de las infinitas posibilidades que se les abren a quienes desean recrear eso que llamamos realidad.
Parecería que el lema del DOCS DF es: “nada de lo humano me es ajeno”, una fórmula trillada pero que sin duda, releyendo el párrafo anterior, refleja lo que en efecto es el sólido basamento de la labor documental. No hay temas ni asuntos menores. Hay, eso sí, tratamientos descuidados, superficiales, panfletarios, tontos. Y por supuesto, también acercamientos virtuosos, luminosos, que nos permiten conocer y en ocasiones comprender situaciones, procesos o realidades con los contrastes de sus pliegues, sus historias y matices.
El cine empezó como documental. Los hermanos Lumiére colocaron su cámara y captaron la salida de las obreras de una fábrica o la llegada de un tren a la estación. Y a partir de ese momento el documental no ha hecho más que expandirse hasta alcanzar grados de sofisticación y complejidad imposibles de ensoñar siquiera al inicio de su fructífera trayectoria.
Y gracias a DOCS DF quienes hemos adquirido, a lo largo de los años, el vicio del cine, podemos acercarnos a un cine de escasa o nula circulación entre nosotros, a las miradas de cientos de cineastas (no estoy exagerando) que abordan temas de lo más variado, con destrezas desiguales si se quiere, pero que en conjunto arman un mural inacabable de visiones, sensibilidades y asuntos que de alguna manera captan la riqueza y diversidad del mundo.