Palabras durante el Encuentro «México ante la adversidad», organizado por el
Consejo Económico y Social de la Ciudad de México
17 enero 2017
Museo Memoria y Tolerancia, Ciudad de México
MÉXICO FRENTE A LA ADVERSIDAD.
Compañeras y compañeros:
Pocas veces en nuestro país había sido tan urgente, tan críticamente urgente, hacer esfuerzos para organizar un debate público, la deliberación, el diálogo, la búsqueda genuina por construir una agenda nacional común. Lo necesitamos
Como bien se anuncia desde el título México ante la adversidad, nuestro país cruza hoy un cúmulo de problemas, agudos unos, crónicos otros… endemoniados otros más.
La singularidad del momento es que en 2017 esos problemas se juntan, se mezclan, se yuxtaponen para convertir la coyuntura en un pasaje social y político que al menos yo, no había visto en el país. Ni siquiera durante el aciago tramo entre 1994-1995.
Allí están para quien quiera verlos: una devaluación anual del 21 por ciento de nuestra moneda, la peor en lo que va del siglo; un salto súbito de los combustibles en todo el país; el riesgo muy real, de que esas alzas se entrelacen y formen una carrera inflacionaria; un malestar social que se extiende; una protesta -legítima una– y otra que se ha deformado en puro motín y vandalismo; y como corolario de todo la llegada de Trump a la Presidencia de los Estados Unidos.
De allí el tino, Presidente Vega, la pertinencia de esta primera conversación, de este ejercicio público, transparente, por darnos y proponer un qué hacer inmediato y si se puede entre todos, sociedad y gobierno, actores económicos, políticos y sociales.
En lo que valgan, anoto aquí algunas ideas:
A unos cuantos días de la toma de posesión del electo señor Trump, debemos sacudirnos la idea según la cuál, Trump en campaña fue uno; pero Trump Presidente será otra cosa, más moderado por su responsabilidad, los contrapesos institucionales y el límite que le impongan los grandes intereses económicos.
Hemos visto que no es así: el futuro inmediato cursará por el guión que se lee desde hace semanas, en las calles de Norteamérica: “No lo dudes: Trump cumplirá cada una de sus promesas de campaña”. Allí está en los muros, de Cleveland, Ohio, Carolina del Sur, incluso Nueva York: los pastiches, los espectaculares, las camisetas: Trump viene con una agenda discriminatoria en serio y su país favorito, es México.
Así que no cabe la tranquilizadora palabra “incertidumbre¨. No. Para nosotros el futuro no es incertidumbre sino desafío seguro y no solo a punta de tuitazos, desde el primer momento. El problema y el roce político binacional está cantado y la pregunta es ¿que estamos esperando?
La cancillería ya emprendió medidas consulares, administrativas puntuales pero los llamados genéricos a la tranquilidad sin contenidos concretos exhiben un cierto vacío en la estrategia del país, que debemos superar lo más pronto posible. Por eso creo que la iniciativa de Eduardo Vega y del Consejo Directivo del Consejo Económico y Social es tan atinada: los mexicanos nos debemos una tarea mayor: diseñar una estrategia nacional a la altura del amenazante contexto.
Por eso, hace unas semanas, los que somos miembros del Instituto de Estudios para la Transición Democrática propusimos 13 puntos para armar esa primera respuesta nacional:
1) La enérgica afirmación de los principios del derecho internacional; esto puede hacerse ya, desde el Ejecutivo Federal, la Cancillería o incluso, desde la Capital del país, la Ciudad de México.
2) La difusión en E.U. de los derechos que protegen a los mexicanos –con papeles y sin ellos- tanto la Constitución norteamericana como el marco jurídico internacional;
3) Abrir la política exterior a Canadá y a los estados y Ciudades de Estados Unidos, que han comprendido la gravedad de la ofensiva (Nueva York, Los Ángeles y Chicago destacadamente);
4) Articular la defensa de los mexicanos en E.U. mediante el vínculo con organizaciones sociales, empresarios, medios de comunicación;
5) Establecer un nuevo diálogo con dirigentes políticos y representantes en todo E.U., en el Partido Demócrata, en el Republicano en todo E.U. no solo en Washington;
6) Contra la mentira, México debe emprender una masiva campaña de información acerca de los hechos, las contribuciones y los beneficios reales, de la relación bilateral;
7) Preparar al país para recibir una eventual migración de retorno y su reinserción; el mapa mostrado por Tonatiuh Guillén esta mañana es especialmente importante.
8) Frente a esa suerte de aldeanismo imperial, refrendar los compromisos planetarios de México, por ejemplo en materia del cambio climático o en defensa de la biodiversidad;
9) Comenzar una agenda interna de corrección especialmente en materia económica. México no puede resignarse a recibir la era Trump, sumido en una recesión;
10) Iniciar una política consistente y gradual de recuperación de los salarios en México, para empezar, con los salarios mínimos; o sea, comenzar seriamente una nuevo curso de desarrollo fortaleciendo el mercado interno.
11) Las alianzas comerciales con Europa, Asia y América Latina adquieren una importancia mayor; hay que echar mano de la enorme cantidad de tratados comerciales que ya tenemos.
12) Incorporar en la agenda hemisférica el fin de la guerra contra las drogas y su legalización en México tal y como está ocurriendo en los Estados Unidos, y
13) Proponer al Congreso una Conferencia Nacional para organizar una agenda genuinamente nacional y elaborar pública, transparentemente, la estrategia frente a Trump.
Este Encuentro, convocado por un órgano autónomo de la Ciudad de México es, sencillamente, un ensayo para esa Conferencia que le dé sentido público a dos políticas críticas: la política exterior y la política económica.
Por eso subrayo: debemos salir de la negación. Allá afuera, en el norte, está planteada ya una aberrante agenda discriminatoria, con todas sus letras, y los personajes ejecutores de esa política han sido ya designados. Es hora de preparar una respuesta mexicana, no solo del gobierno, sino de toda la nación, (aunque suene un tanto antiguo, Doctor Escalante)
Esos son los puntos de inicio. Pero –entiendo maestro Vega- que el Consejo Económico y Social de la Ciudad de México como órgano autónomo y plural, nos propone seguir con esta discusión en las siguientes semanas hasta haber escuchado las voces relevantes de la Ciudad y del país, y una vez que hayamos escuchado la agenda formal del nuevo gobierno estadounidense.
Aquí salto a otro plano: en el frente económico social, las cosas tampoco andan fáciles. El aumento a los combustibles; la inquietud y el malestar que ha causado y la posibilidad abierta de que ese incremento se traduzca luego en una carrera inflacionaria, son circunstancias muy delicadas que merecen la más amplia discusión, la presentación documentada de alternativas y por supuesto, la toma de decisiones con objetivos explícitos.
La construcción de un mercado de las gasolinas es una consecuencia de la reforma energética y la liberalización del mercado ocurrió un año antes de lo planeado, ratificada además, por el poder legislativo. Soy de los que creen que la claridad y los hechos deben ser la base de la discusión por venir.
Pues bien: la función de este órgano es propiciar una deliberación franca y libre entre los diversos sectores de la sociedad. Y su forma de trabajo es la de ofrecer todos los datos, argumentos y evidencias que estén a nuestro alcance, para mejorar las decisiones y las políticas del poder público. Nuestro ámbito es el de la capital, por supuesto, pero las decisiones que se toman a nivel federal afectan a millones de personas que viven aquí, y mal haríamos si no nos hacemos cargo.
Ahora bien, después de las demostraciones de irritación social sobrevino una oleada de actos vandálicos –espontáneos y coludidos- que no tienen justificación alguna y que debemos condenar categóricamente.
Lo más inquietante, sin embargo, es que dos precios clave de la economía mexicana (el dólar y la gasolina) están ejerciendo una presión para que otros productos –igualmente importantes- se incrementen. Por eso, la acción bien pensada del Gobierno local y la acción coordinada de los otros niveles de gobierno, resulta de una relevancia absoluta.
Un tema adicional pero no menos relevante: el problema de fondo, en torno a los combustibles fósiles (petróleo o gas) es que nuestra economía no ha creado las condiciones para sustituirlos por otro tipo de energía. Estamos lejos de cumplir nuestros compromisos –tanto nacionales como locales- asumidos en Foros de importancia universal. Tenemos que enfrentar esta coyuntura pensando en la tecnología y los escenarios del siglo XXI, ya no más en la economía del pétroleo, propia del siglo XX.
Termino: en los Estados Unidos, quienes están reaccionando mejor y más rápido ante la amenaza discriminatoria, son las Ciudades, especialmente las grandes Ciudades. Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Houston ó Boston, entre otras. Y por eso cobran aún mayor importancia los convenios Ciudad-Ciudad que hemos venido trabajando desde el primer día de la administración del Jefe de Gobierno.
La vinculación y los acuerdos Ciudad-Ciudad, serán más importantes y más practicables en el corto plazo, especialmente para la protección de los migrantes. Es en ese ámbito donde podemos ayudar y donde se cumple la consigna chicana: “nos quieren enterrar, pero no saben que somos semillas”.
Ahora si concluyo: este Consejo Económico y Social, hace bien en convocar al Gobierno de nuestra Ciudad, a sus actores económicos, a los poderes legislativos, a otros gobiernos locales, a la academia y por supuesto, al Gobierno federal, para iniciar una genuina discusión y construcción de alternativas frente a esta situación inédita y adversa. Como ha dicho el Presidente de este Consejo, a partir de esta primera Conferencia, se pone a disposición de todos los actores, sin distingos ni exclusiones, sus espacios, sus instrumentos disponibles y su voluntad de diálogo y acuerdo genuino. La Ciudad lo merece. El país lo necesita, creo, más que nunca.
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